jueves, 2 de enero de 2014

ALZHÉIMER

El olvido permanente de todo lo vivido es la seña y la enfermedad de nuestro tiempo y, de hecho, de la humanidad en toda su historia. Olvidamos que la inmensa diferencia social entre ricos capitalistas y pobres asalariados y marginados fue la causa de la Primera Guerra Mundial, que al acabar ésta volvimos a lo mismo y cargaron a Alemania con el peso injusto de una Guerra y que la alegría capitalista llevó a una gran crisis económica nacida de la avidez de los `poderosos y nació el odio y la miseria de nuevo y acabó en una guerra, la Segunda, que prometimos nunca volver a provocar y ahora estamos siguiendo los mismos pasos. Aquella, la Segunda, ya vino precedido por una gran crisis económica y abundada por una gran corrupción en banqueros, empresarios y políticos que provocó una gran crisis económica. Cataluña y el País Vasco se querían separar y lo llegaron a conseguir pero la guerra estalló... Parece que no, que no hemos aprendido nada, que España sigue sorda a la tolerancia y vuelve sobre sus pasos de integrismo religioso, con una ley antiaborto que nos devuelve prácticamente al franquismo más rancio, lo mismo que una ley de educación que devuelve a la religión católica un papel que no tiene y aparta las lenguas locales, hace oídos sordos a las reformas sociales, devuelve el despido libre, da todas las ventajas a los bancos y propone una ley antimanifestaciones y antilibertad de expresión igualmente franquista y totalitaria y la desigualdad jurídica y social crece por doquier mientras que Cataluña disfraza la traición y el odio de necesidad social mientras oculta su propio fraude y su engaño social... No. No hemos aprendido nada y quien olvida su historia está obligado a repertirla una y mil veces y tras alcanzar la justicia social, hemos decidido tirarla por la borda para salvar a quienes provocaron la crisis que nos ha llevado a tales consecuencias en vez de ayudar a los necesitados...

Y si el olvido social es permanente, el individual no lo es menos, abocados a la selva urbana, al egocentrismo y a la rutina, al olvido de nosotros mismos en pos de una supervivencia en la que siquiera podemos reconocernos... Por eso el poema refleja ese olvido, ese hastío que no s lleva a olvidarnos de nosotros mismos, como individuos y como sociedad, vieja y acabada, sin esperanza ni ilusión, esperando ser arrasada por el egoísmo de los mercados y de los poderosos... El Alzhéimer se releja en la vejez de protagonista abocado a la muerte, en el simbolismo de la propia sociedad en este, el dibujo o la imagen, y en el poema que nos habla de ambos olvidos y ambas soledades, la de la sociedad occidental y la de toda la humanidad y la de los individuos que poblamos esta sociedad caduca y egoísta... Y reza así:

Tu nombre, su nombre, mi nombre, el viento
los lleva deshilvanando sonidos.
Ya en vida van quedándose dormidos
en los rincones del arduo aspaviento

donde acude el impulso, el sentimiento,
espontáneos, hirviendo doloridos,
alegres, caprichosos como henchidos
de tu vida molida ya en cemento.

Lento empezó el reloj a estrangular
tu cuello con la soga del instante;
la serpiente del presente, muriendo,

que al vivirse ya es pasado angular
y alcanza pronto el futuro distante
en el vértigo que va envejeciendo

tu locura de soñarte en tu mundo,
pesadilla de lo que fue de tu agrado
cuando te creíste vivo y dotado
de una libertad de aroma profundo

a flores y selvas que, nauseabundo,
fueron tomando el cuerpo condenado
y el cerebro en el mismo enjaulado
por su tiempo y la percepción del Mundo.

Arando la vida, arañamos surcos
que, en nuestra piel, se escriben lentamente:...
vivencias, ideales y rutinas...

No importa si ateos, cristianos, turcos...,
las miradas, uncidas a lo urgente,
concluirán en igual campo de espinas

y el olvido será tu medicina.
Una terrible bendición creciente
como el monstruo tenaz que te asesina
hasta hacerte un androide permanente,
cuerpo dócil, cansado y obediente

como un niño, feliz de su ignorancia,
va volviendo al origen y a la nada
donde concurren muerte y nacimiento
al fundir lo que fuera equidistancia,
concluir la existencia programada,
consumido por fin tu experimento

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ