martes, 29 de junio de 2010

COSIENDO VERSOS DE FUTURO

Planteado el mar como una puerta de esperanza al futuro, la grúa que representa el caligrama, es el punto de unión entre el mundo occidental y los países subdesarrollados y en vías de desarrollo. Una puerta a la vida que alimenta, no sólo el consumo de unos y el desarrollo de otros, sino la fuente, la puerta abierta a la existencia y la coexistencia de ambos.

De siempre el mar fue el motor de la vida en la Tierra. Allí nació y dio sus primeros pasos... También para la existencia humana ha sido tanto la frontera como el camino y punto de unión entre los pueblos a una y otra orilla de nuestro mundos...

Si ese es el símbolo de la vida, de la comunicación, del progreso, del contacto entre mundos, así lo reflejan caligrama, como símbolo y poema y el poema mismo, que así reza:

COSIENDO VERSOS DE FUTURO

Cargando estás, sudor, futuro incierto,
la esperanza que de allende nos viene,
es el tesoro que bien entretiene
la vida que se expande desde el puerto,
que desde él existe y nos previene.

Tejido, corazón que late pleno
del mar a la tierra, bien de la vida,
columpio en su molino y su medida,
harina de maíz o de centeno,

trigo, que es el pan que cierra la herida

del hambre, del deseo, del dolor...
del placer, del camino que es la brida
que a la existencia da sentido y color:
un mar abierto
que a todo da vida
y vence la aridez de este diesierto

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

sábado, 26 de junio de 2010

MUJERES SIN ROSTRO

Entre el caligrama y el pictograma caligramático, el poema se expande por el contorno y los pliegues de velo y vestido de ambas mujeres musulmanas para dejar el dibujo al fondo de la imagen. La visión es exacta: dos mujeres cubiertas con un velo integral, semitransparente en un caso y traslúcido en otro, que permite a ambas mujeres ver el mundo en penumbra y distorsionado sin ser visto su rostro y, de hecho, su figura, para los demas. Es decir, ataviadas con burkas y no con nikhads (aunque haya poca diferencia). El poema se centra en el sentido de tales atavíos, con una visión evidentemente influida por la cultura occidental y llevada a voz (o escritura) y dibujo por la fusión de la razón con mis propias emociones y sentimientos. Presenta a ambas como fantasmas de sí mismas, negadas en su identidad y, por supuesto, en su feminidad y como sumisión al hombre (varón) y a su cultura, acusando más a estos, y a una iglesia radicalizada, que no a la propia religión musulmana de su propio atavío. En una cultura dentro de un marco general semítico en donde la influencia del judaismo no es ajena a la misoginia, la mujer es postergada en pos de una visión tabú del sexo y la sexualidad, en donde la mujer no es sólo la tentadora que arrastra al hombre al pecado sino el pecado y la tentación del hombre en sí misma.
El poema es claro en la definición y en lo matices. Negada a sí misma en su condición de mujer, es obligada a esconderla y negar su rostro (siquiera su mirada), su identidad y su cuerpo completo, convirtiéndola en un ser humillado y culpable sin conocer realmente cuál es su culpa.

Es el reflejo de una mentalidad arcaica, tribal, misógina, tópica y atávica, como así muestra el poema:
Fantasma soy, pozo de olvido, abismo.
Mi negación está escrita en mi velo.
Aquí, en la sumisión, vetado cielo,
construyo mi castillo de altruismo.

Sombra del hombre, como un escapismo,
en su pos me deslizo `por el suelo
y en mi prisión me pierdo haciendo hielo
de mi cuerpo emboscado en tremendismo.

No un dios, sino el hombre, diseñó, ciego,
este ataúd de ropa por su miedo,
espejo de su orgullo y de tanto ego,

que quiso limitarme en cuanto puedo
para no demostrar cuanto era cierto:
que soy su obsesión hasta en el desierto,

tentación que alimenta su condena.
Y pao su debilidad, su fuerza
bruta, con este disfraz...: ¡No le tuerza
la libertad viendo en mí su cadena!...

Y así, en mi negación, cual alma en pena,
me arrastro sin rostro que en él ejerza
de fuego de pasión, su viva fuerza,
y con él arda en pecado y condena.

Llevo mi cuerpo cual estigma impuesto,
mi rostro de enigma interrogante,
me niega como humano hasta en su gesto...

Soy una humillación muda e implorante
siquiera de su culpa sabedora,
ignorada del Mundo, sin tiempo ni hora

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Ahora bien, poema y caligrama feron creados a principios de mayo del 2010, como reflejo de uno de los muchos mundos abocados a la miseria, a la desigualdad o al abuso. Nunca jamás defiende ni defenderá una visión tan radical como, tanto la de quien obliga al uso de tales prendas, como, por el contrario, la que supone la actual politización del tema del uso del burka y el nikhad para prohibirlos en lugares públicos y que defienden partidos de catalanismo radical (y fascista) o el PP y Convergència (y con el que han coqueteado también, según el municipio, PSC y ERC, pidiendo, incluso, que se haga una ley estatal al respecto). El reconocer las evidentes condiciones de humillación moral (siempre bajo nuestra visión, y aquí nadie es Dios ni Alá para creerse con derecho definitivo a juzgar y condenar las creencias ajenas) no son ni serán nunca condiciones suficientes para la prohibición de nada. Sino, pienses en que les estaríamos dando razones para que nos obliguen a vestir como ellos en sus países cuando los visitamos (y no ya en las mezquitas, sino en cualquier lugar público).

Es verdad que daña la vista, la razón y los sentimientos su visión, pero la prohibición sólo servirá para añadir más humillación a la condición de mujer en casa de un radical musulmán, que aprovechará para impedir que siquiera su mujer salga de casa, y llevará a los radicales occidentales a prohibir y perseguir todo tipo de velo o pañuelo, que no ha mucho era de uso común en nuestro propio país. Además, es más que peculiar hacer una ley para un número insignificante de personas, no sólo dentro de la población general, sino incluso dentro del propio núcleo musulmán que aquí habita. Es verdad que siempre es más conveniente seguir el refrán Allí donde fueres, haz lo que vieres... pero piensesn que, por la misma regla de tres, ellos también podrían aplicarlo con nosotros cuando les visitamos y utilizando el mismo rasero.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ





MUJERES SIN ROSTRO

Entre el caligrama y el pictograma caligramático, el poema se expande por el contorno y los pliegues de velo y vestido de ambas mujeres musulmanas para dejar el dibujo al fondo de la imagen. La visión es exacta, dos mujeres cubiertas con un velo integral, semitransparente en un caso y traslúcido en otro, que permite a ambas mujeres ver el mundo en penumbra sin ser visto su rostro y, de hecho, su figura para los demás. Es decir, ataviadas con burkas y no con nikhads (aunque poca diferencia haya). El poema se centra en el sentido de tales atavíos, con una visión evidentemente influida por la cultura occidental y llevada a voz (o escritura) y dibujo por la fusión de la razón con mis propias emociones y sentimientos. Presenta a ambas como fantasmas de sí mismas, negadas en su identidad y, por supuesto, en su feminidad y como sumusión al hombre (varón) y a su cultura, acusando más a éstos y a una iglesia radicalizada, que no a la propia religión musulmana, de su radical atavío. En una cultura dentro de un marco general semítico en donde la influencia del judaismo no es ajena a la misoginia, la mujer es postergada en pos de una visión tabú del sexo y la sexualidad, en donde la mujer no es sólo la tentadora que arrastra al hombre al pecado sino el pecado en sí misma como tentación del hombre. El poema es claro en la definición y en los matices. Negada a sí misma en su condición de mujer, es obligada a esconder su condición y negar su rostro (siquiera su mirada) y su cuerpo por completo, convirtiéndose en un ser humillado y culpable sin conocer realmente cual es su culpa.

Es el reflejo de una mentalidad arcaica, tribal, misógina, tópica y atávica.

Ahora bien, poema y caligrama fueron creados a principios de mayo del año actual, como reflejo de uno de los muchos mundos abocados a la miseria, a la desigualdad o al abuso, nunca en la vida defiende una visión tan radical como la dequien obliga al uso de tales prendas como supone la politización del tema del uso del burka y el nikhad para prohibirlos en lugares públicos y que defienden partidos de catalanismo radical (y fascista) o el PP y Convergencia (y con el que han coqueteado también, según el municipio, PSC y ERC, pidiendo, incluso que se haga una ley al respecto). El reconocer las evidentes condiciones de humillación moral (siempre bajo nuestra visión, y aquí nadie es Dios ni Alá para creerse con derecho definitivo a juzgar y condenar las creencias ajenas) no son ni serán nunca condiciones suficientes para la prohibición de nada. Sino piensen que les estaríamos dando razones para que nos obliguen a vestir como ellos en sus países (y no ya en las mezquitas sino en cualquier lugar público).

Es verdad que daña los ojos, la razón, y los sentimientos, pero la prohibición sólo servirá para añadir más humillación a la condición de la mujer en casa de un radical, que aprovechará para impedir que siquiera salga de casa, y llevará a los radicales occidentales a prohibir y perseguir todo tipo de velo o pañuelo, que no ha mucho era de uso común en nuestro propio país). Además, es más que peculiar hacer una ley para un número insignificante de personas, no sólo dentro de la población, sino incluso dentro del núcleo musulmán que la habitan. Es verdad que siempre es más conveniente seguir el refrán: Allí donde fueres haz lo que vieres... pero piensen que, por la misma regla de tres, ellos también podrían aplicarlo con nosotros aplicando exactamente el mismo rasero.

El poema es un reflejo de mi opinión y, si esta señala la condición que estas prendas suponen, también parte de una sensibilización racional. No estoy ni estaré jamás de acuerdo con prohibir (no ha mucho uno no podía ir a los bailes de fiestas mayores de nuestros pueblos sin traje ni corbata, en pleno agosto...: ¿No es eso igual de ridículo?...). Sí, ya sé no es una humillación, pero sí es una tradición como lo era el vestir trajeado. Las tradiciones son atávicas y sus razones opacas: siempre se hizo así... Logremos que no sea así por el convencimiento y no por la prohibición, la imposición, la segregación y hasta la xenofobia (que esconde el si no aceptan y se acomodan a lo que hay, que se vuelvan a su casa, que es una manera de esconder el yo no te acepto porque no eres como yo, no eres de mi sangre y mis creencias y, si te quedas, será acatando lo que yo y los míos te digas y, a sabiendas que, aún así, serás mi esclavo y nunca te consideraré mi igual y mucho menos del pueblo, de la comarca ni catalán...: porque eso es lo que quiere decir también una ley de ese tipo lanzada sobre una comunidad como amenaza de haber conseguido con ello una buena excusa para expulsarlos por ser proscritos fuera de la ley)...

Dicho esto, centrémonos en el contenido del poema:
Fantasma soy, pozo de olvido, abismo.
Mi negación está escrita en mi velo.
Aquí, en la sumisión, vetado cielo,
construyo mi castillo de altruismo.




martes, 15 de junio de 2010

SUMATORIO DE AUSENCIAS ES MI VIDA





La imagen de una calculadora científica resume el símbolo que encierra el poema que conforma este pictograma caligramático. La vida, la mía, la de cualquier ser humano y cualquier ser vivo es presentada como un sumatorio calculado de determinantes y hechos que conducen al enclave, al punto del presente, abocan a un futuro prefijado y a la Muerte como una solución de continuidad irreversable. La libertad existe, pero es más un espejismo que un hecho y la Realidad y la urgencia se suman a los determinantes conductores de la vida. Si durante la infancia se crean las bases del conocimiento, los ideales, la voluntad de hacerse a uno mismo y la conciencia de uno mismo como esencia y como potencia de un ser posible se crean en la juventud hasta la estabilidad que nos sumerge en el sistema en que vivimos y las rutinas se encargan de irnos diluyendo en el tobogán de la continuidad en el que se pierden los objetivos hasta convertirte en un sobreviviente del instante y de ahí hacia la mediocridad y la decrepitud... La vida ya es un hecho irreversible que sólo puede conducirnos a nuestro fin.

El poema se arrolla al dibujo de la calculadora como la propia vida a su laberinto cotidiano y recorre, desde el frontis, el contorno de la carcasa donde aparece el teclado que la realidad ha de manejar a su antojo y al de los resultados de los hechos, completadas dos vueltas y un final en tercera línea en el frontis, salta al contorno de la pantalla, para saltar, concentricamente, al borde de la tapa invertida sobre el invisible dorso de la calculadora y luego, de nuevo a la cara visible para completar los detalles laterales de la carcasa y, finalmente a la sombra, que partiendo de la parte más inferior asciende por el lateral derecho. Finalizado el recorrido, salta, como conclusión a la pantalla, ofreciendo el título del caligrama y el poema, que reza así:

Naciste en el azar, eso creías,
pero tus padres, tu entorno y momento
dejaban marcado tu nacimiento
y llovieron los años y los días.

Los estudios y amigos que tenías
dirigiendo iban el experimento.
El cálculo parecía sin cuento
emboscado en dilemas y porfías,

pero es que te engañabas por completo:
La rutina iba creando cadenas
y la urgencia te apartaba quimeras.

La realidad se convertía en reto
y eran lo cotidiano tus condenas,
conformando lo que fuiste y lo que eras,

resolviendo, e tu enigma, qué serías:
el fracaso de ti mismo, presente,
tu pasado, el desengaño patente
de aquellas ilusiones que tenías,

un futuro que ya nunca verías...
El espejo de tu absurdo recurrente
infinitamente vivo en tu mente
y un cansancio preñado de atonías.

La pantalla de tu mente, en alerta,
no engaña la suma de tus carencias,
la resta de las metas incumplidas,

el producto del vacío que acierta
con la división de tus mil creencias
que dan el porcentaje de tus vidas,

y resulta, sí, que ya no eres nada,
un número más de este mar de dudas
que nos llena de frustraciones mudas
que van abocándote a la estancia.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

sábado, 5 de junio de 2010

EN MI PRISIÓN

El caligrama me representa como un termo que guarda el grito de mi ardiente obsesión. De rojo sangre de dolor, taón, cúpula, y cuerpo se derrama hacia el mundo y crece negra la sombra de la duda avanzando al hacia el abismo del mundo plano y sin matices que le sustenta. Éste, un mundo deshumanizado. Allí donde sus sombras limitan con la nada, el horizonte se dicta a sí mismo lapidariamente: El horizonte es ya una línea que fusiona el sinsentido (en mí, en el Mundo carnívoro y voraz que me devora, sólo estómago, sólo dientes... Devorándome como a todos sus hijos que nacieron desde que el Mundo es Mundo y cielo natural e infierno gris de asfalto y colmenas de acero y cemento... abocado a destruirse entre su bilis)... desaparecen entre brumas las distancias y se agranda el pozo infinito de la Nada...

Mi prisión es ésta... La de todos los hombres que fueron, que son, que han sido y que serán hecha de mundo carcelero y juez y de carne que avanza hacia su inalterable muerte de cada uno de los que lo poblaron, lo pueblan y lo poblarán... Dolor que se hace pared de hueso y chicle de cerebro vestido de piel...

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ